sábado, 21 de febrero de 2009

Es hora de que la ética ayude a superar la crisis

Por: Hans Küng
Filósofo, Teólogo y Sacerdote católico nacido en Suiza en 1928. En 1979 el Vaticano le retiró la licencia a Küng para enseñar teología católica, debido en parte a sus críticas a Juan Pablo II y a su libro donde cuestiona el dogma de la Infalibilidad Papal.


Muchos dicen que la crisis financiera mundial no se podía haber previsto. Quizás no por los financistas y economistas, pero otros que observaban lo que ocurría en los mercados estaban más que preocupados.

Ya en 1997, planteé mi preocupación de que se repitiera un colapso del sistema económico similar al de 1929-1933 en mi libro Una ética mundial para la economía y la política. En ese entonces ya aventuraba el que para los economistas era un planteamiento herético: que la teoría del caos se debía aplicar a la economía; que de las más pequeñas causas pueden derivar efectos devastadores. No se podía descartar de modo alguno "un retorno de la crisis económica mundial y el colapso del orden económico mundial de 1929-1933". Así es que no me sorprendió la rapidez y la dimensión de los acontecimientos de los últimos meses.

De hecho, sólo unos cuantos economistas -como los premios Nobel de 2001 Joseph Stiglitz y de 2008 Paul Krugman- advirtieron acerca de los fatales sucesos que iban preparándose en la economía globalizada de hoy.

Contrariamente a muchas predicciones de los expertos económicos, la crisis no se ha limitado al sector financiero. En lugar de ello, está generando un efecto masivo sobre la economía real, afectando con especial dureza a las industrias del automóvil y los productos químicos.

En contraste con 1929, no se está limitando el crédito; por el contrario, se está insuflando dinero público a los bancos y a la economía. Sin embargo, estas medidas serán exitosas sólo si no se toman de manera aislada y populista. En lugar de ello, deber ser parte de un plan general convincente, que combine una intervención estatal responsable con el alivio de las cargas financieras de los ciudadanos comunes y corrientes, así como ahorrar en los presupuestos públicos.

Una deuda estatal de límites imprevisibles -que han de pagar las generaciones futuras- no es una solución viable ni ética.

Afortunadamente, hay señales de que la mentalidad general que contribuyó a propagar la crisis está cambiando. En los países industrializados ricos, tras una época de conducta miope y cínica de buscar las mayores ganancias posibles, es posible que estemos en los comienzos de una nueva era de modestia y sostenibilidad.

Las compañías enfrentan una creciente presión para comportarse éticamente, y por fin se castiga el comportamiento empresarial poco ético. En una gira de conferencias en los Estados Unidos en noviembre de 2008, pude ver que ahora muchas personas se están quejando del exagerado deseo de lucro de las empresas y de la megalomanía en política.

A medida que caen los mercados, los llamados a aplicar una regulación ética de la búsqueda de ganancias se han visto confirmados no sólo en términos de principios, sino también en los hechos.

Sin embargo, la ética no es sólo la guinda del pastel ni una adición incidental en la economía de mercado global. En lugar de ello, la nueva arquitectura financiera que muchos demandan hoy, y que se necesita con urgencia, debe estar sostenida por un marco ético. "Los fatales instintos humanos de la avaricia y la soberbia sólo se pueden dominar mediante algunas normas éticas elementales".

¿Qué contendría este marco ético?

Un párrafo de la Declaración hacia una Ética Global del Parlamento de las Religiones del Mundo en Chicago en 1993 señala lo siguiente: "En las grandes religiones y tradiciones éticas de las antigüedad encontramos la directriz: ¡No robarás! O, en términos positivos: ¡Haz tratos de manera justa y honesta!

Nadie tiene derecho a robar o desposeer de manera alguna a otra persona o a la comunidad. Más aún, nadie tiene derecho a utilizar sus posesiones sin considerar las necesidades de la sociedad y el planeta.

Ser auténticamente humanos, en el espíritu de nuestras grandes religiones y tradiciones éticas significa lo siguiente:

a) Debemos utilizar el poder económico y político para servir a la humanidad, en lugar de desperdiciarlo en implacables batallas por la dominación. Debemos desarrollar un espíritu de compasión por quienes sufren, prestando especial atención a los niños, los ancianos, los pobres, los discapacitados, los refugiados y quienes se encuentran abandonados;

b) Debemos cultivar el respeto mutuo y la consideración, de manera de alcanzar un equilibrio de intereses razonable, en lugar de pensar sólo en un poder ilimitado y las inevitables luchas de competencia;

c) Debemos valorar un sentido de moderación y modestia, en lugar de una insaciable sed de dinero, prestigio y consumo.

En la avaricia los seres humanos pierden sus "almas", su libertad, su compostura, su paz interior, y con ello lo que los hace humanos”.

Muchas esperanzas en todo el mundo se centran en el presidente Barack Obama, que asumió con una estatura moral extraordinaria para un político. No haré un juicio sobre sus planes para la economía global hasta el momento; sin embargo, no hay duda de que ha reconocido la dimensión ética de la crisis económica actual.

El sufrimiento de tantos en la actualidad significa una presión para emprender reformas y Obama ha transformado hábilmente estas presiones en una fuerza política

Todo esto muestra que la reflexión sobre los valores éticos comunes, una ética global, se necesita hoy con más urgencia que nunca.

Fuente: Clarín, 21/02/09


Hans Küng. Filósofo, Teólogo y Sacerdote católico nacido en Suiza en 1928

En 1979 el Vaticano le retiró la licencia a Küng para enseñar teología católica, debido en parte a sus críticas a Juan Pablo II y a su libro donde cuestiona el dogma de la Infalibilidad Papal.

La congregación para la doctrina de la Fe le citó para confrontarle pero Küng nunca asistió. Su actitud crítica frente al
Vaticano, y especialmente frente a la figura del fallecido papa Juan Pablo II

Su trabajo se ha reflejado en una vasta obra, cuyo denominador común es el fomento de la mutua comprensión y la consolidación de una nueva
ética mundial que posibilite la convivencia de las religiones.

Küng es el fundador presidente de la Fundación ética mundial que tiene su sede central en Alemania. Ésta organización además está en muchos otros países y promueve básicamente el diálogo interreligioso como base para iniciar los procesos que conlleven a la paz mundial. Su lema es

"No habrá paz mundial sin paz entre las religiones, no habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones".

Küng ha sido muy polémico a lo largo de toda su carrera.

Ha acusado al magisterio de la Iglesia Católica de autoritarismo y de censura frente al debate eclesial. Una de las mayores críticas al magisterio se desató con la publicación por parte del Vaticano de la enciclíca
Evangelium Vitae o el Evangelio de la vida en la que se mostraban las posiciones de la Iglesia respecto a la moral sexual, a la anticoncepción y el aborto. Frente a esta publicación Küng señaló que con ella Juan Pablo II revelaba su carácter autoritario frente al mundo moderno.
Sin embargo en ese momento las críticas de Küng recibieron poco apoyo ya que los medios de comunicación habían recibido muy bien la publicación de la enciclica.



1 comentario:

Colo dijo...

“En la avaricia los seres humanos pierden sus "almas", su libertad, su compostura, su paz interior, y con ello lo que los hace humanos”.

Cuánta verdad en esta frase...